ÚLTIMO MINUTO! El presidente Gustavo Petro se enfrenta a la ONU y Estados Unidos, desatando una tormenta política que podría cambiar el rumbo de Colombia. En una explosiva declaración, Petro acusó a ambas potencias de racismo y conspiración, tras la reciente decisión del Consejo de Seguridad de la ONU de extender la misión de verificación en Colombia, pero sin las funciones que él consideraba vitales para el proceso de paz.
La tensión se desató cuando la ONU decidió limitar su papel en la verificación de las sanciones impuestas por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y el seguimiento del capítulo étnico del acuerdo de 2016. Petro, en un giro inesperado, interpretó esta medida como un ataque directo a las comunidades afrodescendientes e indígenas, alegando que se buscaba silenciar sus voces y debilitar la justicia transicional.
A través de sus redes sociales, el presidente no escatimó en palabras duras, afirmando que la decisión de la ONU era un reflejo de un “racismo estructural” y una injerencia extranjera motivada por intereses económicos. Sus declaraciones han encendido un debate nacional, dividiendo opiniones entre quienes lo apoyan y quienes lo critican por su confrontación con actores internacionales.
Expertos advierten que esta actitud podría aislar a Colombia en el escenario global, debilitando sus relaciones con aliados clave. La aprobación de la resolución de la ONU, con 13 votos a favor, se presenta como un consenso que Petro no parece dispuesto a aceptar. En un momento en que la comunidad internacional exige resultados tangibles en el proceso de paz, el mandatario parece optar por la confrontación en lugar de la diplomacia.
El futuro político de Colombia pende de un hilo. Mientras Petro se aferra a su narrativa de victimización, el país enfrenta desafíos internos que requieren atención urgente. La pregunta ahora es: ¿Está defendiendo la soberanía nacional o simplemente su propio ego político? La comunidad internacional observa con atención y preocupación.