¡ÚLTIMO MINUTO! El gobierno de Petro sufrió un fracaso histórico en Santa Marta. ¿Qué ocurrió?

¡ÚLTIMO MINUTO! El gobierno de Gustavo Petro ha sufrido un fracaso histórico en la cumbre de Santa Marta, que prometía ser un hito en la diplomacia latinoamericana. En un evento marcado por el silencio y las sillas vacías, solo los mandatarios Pedro Sánchez de España y Lula da Silva de Brasil se presentaron, dejando a la mayoría de líderes ausentes. La cumbre, que se esperaba reforzara las relaciones entre la Unión Europea y América Latina, se convirtió en un símbolo del aislamiento político del presidente colombiano.

El objetivo de Petro era claro: lanzar una declaración conjunta para proteger al régimen de Nicolás Maduro y exigir la eliminación de su nombre de la lista Clinton, que lo vincula con actividades ilícitas. Sin embargo, la falta de respaldo internacional expuso la fragilidad de su gobierno y su incapacidad para atraer aliados.

El periodista Fernan Martínez reportó que las primeras filas del auditorio permanecieron desocupadas, reflejando la falta de interés de los líderes latinoamericanos en un encuentro que se percibió más como un intento desesperado de Petro por mantener su relevancia. Mientras tanto, la tensión geopolítica entre Estados Unidos y Venezuela marcaba el contexto de la reunión, lo que complicó aún más la situación.

El fracaso de esta cumbre no es solo un tropiezo diplomático; es una advertencia sobre la creciente desconfianza hacia Petro y su gobierno. La comunidad internacional observa con cautela, y la falta de resultados concretos en materia económica y social solo agrava su situación. El progresismo latinoamericano, que alguna vez prometió un cambio, se encuentra debilitado, y el intento de Petro de posicionarse como un líder continental parece desvanecerse.

Colombia enfrenta un futuro incierto. La soledad política de Petro es evidente, y su estrategia de victimización no logra ocultar la realidad de un gobierno que se aleja de la transparencia y la coherencia. La cumbre de Santa Marta pasará a la historia como un recordatorio de que la diplomacia efectiva requiere más que discursos; necesita acción y resultados.